Por Ivana Viano
En la ciudad de Córdoba, el número de vendedores ambulantes ha aumentado de manera notable en los últimos años. Entre las causas se destacan, las crisis económicas y la constante afluencia al país de
inmigrantes bolivianos (información en wikipedia), constituyéndose como los principales comerciantes de este tipo. De cada 10 puestos 5 venden diferentes tipos de verduras y especias. Con el aumento de precios la gente elige comprar estos artículos que, al no pagar impuestos, son más baratos. La mayoría de los ambulantes no tiene el carnet municipal que lo habilite para trabajar.
En la zona del mercado norte, calles San Martín, Pje. Cantacara, Oncativo y Rivadavia, se observa gran cantidad de vendedores, sobretodo los fines de semana cuando la presencia de inspectores es casi nula. Esta situación genera la protesta de los comerciantes que trabajan dentro del mercado. En más de una oportunidad, se produjeron enfrentamientos violentos entre los dos sectores con intervención policial.
Ver mapa más grandeLas vendedoras ambulantes de origen boliviano se especializan en la venta de comestibles, especialmente de verduras y diferentes tipos de especias típicas de Bolivia. A su vez, tienen un gran stock de pomadas para dolencias. Su oficio no tiene horarios, venden todos los días y hasta la hora que puedan. Algunas de ellas trabajan hace más de 30 años. Viajan frecuentemente hacia su país para conseguir sus productos.
La ordenanza municipal número 6.658 prohíbe el comercio ambulante sin permiso y establece una serie de
requisitos para ser acreditado (consultarlos en el sitio web de la Municipalidad). Pese a esto, Franz Emilio Prieto Teran, presidente del Centro de Residentes Bolivianos, aseguró que los ambulantes quieren regularizar su situación y el Municipio no los deja. Prieto además comentó: “Ellas, por ejemplo, ofrecen alimentos que en otro lado no se consiguen, no causan problemas, entre vendedores y clientes no hay conflicto. Los bolivianos sufrimos un tipo diferente de discriminación, y es la institucional”
Si bien, deben moverse de acuerdo al día y a la presencia de inspectores municipales, en el mercado cada una tiene su espacio. Una nueva vendedora debe pagar derecho de piso y ser bien recibida por los más antiguas. “Los problemas con los controles se generan por las que vienen y se instalan, nosotras ya tenemos nuestro lugar”, comentó Carmela, quien trabaja allí desde 1977.
Fotoreportaje por Ivana Viano